25 dic 2013

Algunas cosas que no deberían ocurrir

     Éste es uno de tantos poemas de enamorado que uno llega a escribir en éxtasis. Es un poema de hace dos años que nunca se publicó en una revista que ya desapareció:

Metamorfosis 

I
Poderte llevar, por ejemplo,
al borde del andén del metro
e invitarte a saltar.

II
Qué torniquetes tan fríos.
Cuántas lecturas,
(cuántos cuerpos).
Qué trenes tan agresivos.

III
En la facultad de Medicina
hay una terraza
Con el relieve de una sombra tuya
a las cinco de la tarde.
Que me enciende los cigarros de marihuana
y las puestas de sol.

IV
Hoy te llavaré a Tepoztlán.
Dormiremos viendo el valle.
y lloveremos,
y olerás.
Y todo será verde.

V
Quiero ser franco:
No quiero que se me pudra tanta poesía aquí dentro.

VI
De carne a carne:
Tienes el cuerpo lleno de llagas
infectadas de poesía, podridas,
de ese veneno
que secretas
y salva.

VII
Date cuenta:
De aquí me vuelvo loquito/
sin tu cuerpo,
sin tu silencio,
sin tus manos, sin tu espalda.
Sin nada, puta madre, nada,
que de todas formas
es
irrepetible.

VIII
¿Ya viste? Me cargué al poema.

IX
Invitarte a atravesar la ciudad en pony,
sobrevivir al metro
y leerte.

X
Poderte llevar, por ejemplo, al borde de la muerte...

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14 dic 2013

Sobre una ciudad -que bien pudo haber sido- inventada por Calvino



UnA crónica de un cuento



a Diana
 En ese tiempo yo escuchaba a Soda Stereo por las noches. Vivía en un cuarto de la Ciudad de México con un techo de lámina de aluminio donde cada lluvia me transportaba a otra parte. Eran dos cuartos, pero uno estaba ocupado por cosas que la dueña había dejado y enormes bolsas negras. Nunca me paraba a tiempo para tirar la basura con el camión de las 7 ni con los señores que pasaban entre las 9 y las 10 de la mañana con sus botes sobre ruedas, carritos de basura. A las 4 de la tarde, venía el camión oficial pero pedía la basura separada y yo no la separaba. Por las noches, solía estar en la Universidad; a veces, en algún curso, otras, más bien raras, en alguna conferencia donde regalaban café o en un coloquio con sándwiches, generalmente, bebiendo o alucinando en diversas partes de la enorme Ciudad Universitaria. Llegaba tarde al cuarto porque no me gustaba estar solo, pero la gente se iba temprano para alcanzar el metro, o porque vivía en el Estado de México, a 2 o más horas. Solía dormirme poco antes del amanecer. Por eso, no sabía qué hacer a las once, doce, totalmente ebrio. En la computadora, después de ver Los Simpsons mientras fumaba un porro y después de platicar en Facebook sobre nada, charlas efímeras, y alguna que otra intención de recuperar viejas amistades, viejos lugares, viejas fantasías, después de leer, apagaba la luz, escuchaba a lo lejos los autos en las avenidas que nunca se detienen y le daba play a "La ciudad de la furia".

     La primera vez que la escuché fue con una vieja amiga. Ella también vivía sola en la Ciudad de México y, como yo, era de Cuernavaca. Estudiábamos, incluso, en la misma Facultad. Ambos estudiábamos Letras, pero yo Hispánicas y ella Clásicas. Habíamos cursado juntos el bachillerato, allá. Entonces, quisimos reencontrar una amistad más cercana de la que nunca tuvimos porque estábamos solos y en otra ciudad. El Messenger nos acercó más que los encuentros en los pasillos de Filosofía y Letras. La invité a fumar hachís a los jardines de Las Islas y de ahí concertamos otras citas para doparnos. Ella siempre estaba distraída, parlaba de mundos y personas que yo no conocía; vestía, hablaba, caminaba, pedía las cosas como yo nunca hubiera hecho; usaba teléfonos, bebía alcohol, vivía en un lugar, que yo jamás tendría. Yo, que ya había descartado la amistad fundada en la fermentación mutua en el vicio: la podridez, sólo quería desnudarla y cogérmela, como soñaba, muchas tardes en aquel cuartito con techo de lámina que entonces no estaba lleno de basura y solía tener, a medias, recogido.

     Una tarde, me hizo esperar con ella un par de horas sentados junto al Metro Universidad, en los jardines que están frente al Pumabús, por un chico de Ciencias Políticas que era su amante y tenía no sé qué obsesión con él. Yo, fastidiado, me mantuve tranquilo gracias al hachís y un libro de Mahmud Darwish que hablaba de dunas furiosas sobre ríos blancos, blancos como luz. Se aburrió y nos fuimos a mi cuarto, cerca de Universidad, en la colonia Santo Domingo de Coyoacán. Me sentía frustrado y solo de nuevo. Comimos pollo rostizado bajo la lámina de aluminio con las luces apagadas mientras ninguna charla daba fruto hasta que optamos por el silencio. Después prendí otro de tantos tabacos, encendí la computadora y le pregunté si quería poner una canción. Una de Soda Stereo, dijo. Le advertí que no había internet y sólo tenía el Unplugged de Soda (a quienes no escuchaba pero me apenaba aceptarlo).

     -Sí, está bien, pon "Entre caníbales"… no, no, no, mejor "La ciudad de la furia".

     Estábamos sentados en la cama, recargados en el muro, habíamos devorado los alimentos, teníamos la laptop sobre las cobijas y las luces apagadas, un filtro de luz asomaba tras las cortinas que Andrea me regaló para ese cuarto cuando me quedé en la Uni. Encendí una vez más la pipa con hachís, le di play al Reproductor Banshee y le pasé la pipa. Aquella tarde tranquila, así, con esa chica que nunca supo mis intenciones sexuales, no pudo haber ocurrido mejor. 

     Hoy la noticia del día es el último Soda muerto. Ahora que todos los Soda y Andrea Echeverri están muertos, recuerdo aquellas noches: los días en la Facultad, la Ciudad de México como un capullo donde las tristezas se maduran pero las alas nunca dejan de brotar. Recuerdo a mi compañera de bachillerato, en aquellos mismos pasillos de otra ciudad, fumando hachís, con sus ojos negros, su pelo chino, sus medias deliciosas, su minishort de marca, sus piernas firmes. Ya no escucho  esas canciones, incluso me cansé de tanto escucharlas, pero antes llegaba a estar solo por las noches, recordaba la siguiente cita para fumar con mi amiga, y me acostaba con un tabaco en la boca, daban las 4, 5, 6 de la mañana, después de leer, después de ver un capítulo de Los Simpsons, con la luz apagada, y ponía en la computadora La ciudad de la furia de Soda Stereo mientras encendía un cigarro de marihuana.


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10 dic 2013

Contra: Sobre levantamientos, reformas y TV



Pero que conste, Telerisa-Azteca, no vayan a hablarnos en 20 años de Fox, Calderón y Peña como del 94 con pañuelo en mano o con información trunca estilo 68, 71.

Discovery, Nat Geo, History, no nos salgan con su mierda en 15 años de los asesinos veteranos de Irak ni de aquí, ni de allá, ni de cráneos de niños musulmanes nadando bajo la lengua de Mahmud Darwish en potros negros que van hacia una Meca flotante donde los sexos dorados retoñan en flores de opio, ni de madres estadounidenses sobre las que Mel Gibson se cagó y se seguirá cagando con feliz trompeta de himno amerrykano en foto foxstudio-hollywood.

No finjan que no lo vieron como lo estamos viendo hoy Todo(s), adoraderos neonazis de NeoChile, racistas neolimeños y tíos supremacistas de EspañaNeo. No quiero un día San 9/11 patrocinado por Coca-Cola con músicos RAC cristianizados y machinizados en su violencia raquítica y asquerosa como un gargajo gringo en conciertos masivos de las ciudades del Imperio.

Me atormenta el terror de no verlo, pero caemos juntos. Este atoradero de vacíos será el fondo, pero ya no da miedo. Aquí estamos en lo cotidiano dándole al funk y aquí nos vamos con esto hasta adentro, donde no renazca. No dejaremos nada. Me atormentan las paranoias del deseo, tanta psicología enlatada, tanta publicidad como cenicero de las artes, un triunfo trabado como un cuchillo en la entraña. Qué frialdad tan cortante. Esa semilla idiota que tú, Coca, y NatGeo, y Televisa, y Peña, siembran, en 20 años espero -aunque apenas puede ser un soplo, un boceto de un sueño- que ya nadie la coseche.

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5 dic 2013

...

Pero que conste, Telerisa-Azteca, no vayan a hablarnos en 20 años de Fox, Calderón y Peña como del 94 con pañuelo en mano o con información trunca estilo 68, 71.

Discovery, Nat Geo, History, no nos salgan con su mierda en 15 años de los asesinos veteranos de Irak ni de aquí, ni de allá, ni de cráneos de niños musulmanes nadando bajo la lengua del hodja Mahmud Darwish en potros negros que nadan hacia una Meca flotante donde los sexos dorados retoñan en flores humeates de opio, ni reportajes ultradisneyanizados de madres estadounidenses sobre las que Mel Gibson se cagó y se seguirá cagando con feliz trompeta de himno amerrykano en foto foxstudio-hollywood.

No finjan que no lo vieron como lo estamos viendo hoy Todo(s), adoraderos neonazis de NeoChile, racistas neolimeños y tíos supremacistas de EspañaNeo. No quiero un día San 9/11 patrocinado por Coca-Cola con músicos RAC cristianizados y machinizados en su violencia raquítica y asquerosa como un gargajo gringo en conciertos masivos de las ciudades del Imperio.

Me atormenta el terror de no verlo, pero caemos juntos. Este atoradero de vacíos será lo que sea, pero ya no da miedo. Aquí estamos y aquí nos vamos con esto hasta adentro, donde no renazca. No dejaremos nada. Me atormentan las paranoias del deseo, tanta psicología enlatada, tanta publicidad como cenicero de las artes, un triunfo trabado como un cuchillo en la entraña. Qué frialdad tan cortante. Esa semilla idiota que tú Coca y NatGeo y Televisa y Peña siembran, en 20 años, espero -aunque es apenas un soplo, un boceto de un sueñito- que ya nadie la coseche.

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El primer día

Te llamarás Úrsula
como la areola donde naufraga la humedad de mi boca.
Damaris Caballero

Y no habré oído nunca lo que nadie me dijo:
Tu nombre, poesía.
Gilberto Owen

R, erré, una y otra vez girando y girando
Tras el baile de las rodillas flexionadas
Que viene desde Jamaica.
Y como ahí, como en mares
Azucarados por la dulzura del gueto,
Y como ahí, en el Jam-Rock
De los barrios que han olvidado
La pobreza que siempre es de los otros,
A paso de un buen reggae, porque es cierto
Que nosotros no tenemos nada
Pero tenemos Ska y tenemos Sound system,
Y porque es cierto que ahí no existe más que tu presencia,
Porque no necesito dinero en llamas
Ni jaulas de metal protectoras,
Justo ahí, y con baile, repetiré tu nombre
Mónica
Una y otra vez te cantaré con estos dedos
Porque no tengo ningún talento
Para girar este truco como dicen los Pixies,
Pero puedo susurrarte o gritar
Desde cualquier lado porque tengo una voz
Como un niño
Que está perdido en un desierto de oscuridades,
Porque tengo una voz que ha construido
Los lugares más recónditos de la tierra
Para hallarte una y otra vez,
Luego del vacío, luego del viaje
De la no-luz, luego de cansarse,
Por accidente, en los no-lugares,
Porque tengo una voz de suicida infantil
Aquí mero, morena, aquí mero te espero
Con tu camión desde Neza
Y repetiré tu nombre como un cliché de los poemas
Para que mis compañeros de noche ladren:

Qué cabrón, qué violento, qué poesía de repeticiones,
Duda las estructuras sociales y los tiempos
Y las corrientes postpornográficas del mañana.

Aunque sepamos que en el vicio
Eso es pura falacia.
Colocaré una bandera, territorio conquistado
En infinita blancura suplantada,
En tierra muerta de Eliot,
En bosques olvidados de Tepoztlán,
Te llamarás Mónica con redobles
De símbolos de otras culturas,
De otros numerales, con cuarenta signos
Te llamarás Mónica una y otra vez y nunca
Hallarás significante concreto
Porque tu nombre es incontenible
Como la Banda Astilleros.

Llegas como un eco,
Grito de la montaña invertida por el fuego,
La ciudad de ninguna tiniebla y ninguna luz,
Para empotrarte en la cima más alta
De las nonadas de los nonatos:
Mónica, Mónica, Mónica,
Kaboom, explosión de manga,
De orquídeas, de ambient,
De nieve de menta con chocolate,
De rock deshilachado en las televisiones,
Siempre tendré que marcharme de estos lugares,
Siempre tendré la garganta rotota y la memoria reseca
Como un nido que las lagartijas se tragaron,
Mil hojas muertas cayendo al mismo tiempo en el momento en que inhalo otro relato y después:
Otro silencio,
Otro infinito andar de desiertos,
Para no cansarme de repetir tu nombre a la ausencia
Y a otros asesinos melancólicos en las esquinas,
Recorreré el mundo y pondré una huella
Sobre el dios de la guerra: las metralletas pasaron de moda
¡Vivan las cumbias colombianas de México
Y los ballenatos de mi amigo el diablo!
Pasarán dos, tres cuartos, de cáscara de vida acumulada,
Olvidado y perecido mente adentro tu sueño
Susurrarás en mi boca:
Inmortal, desposeído, apoeta, indiablable, descreído
Sin vida, mi vida, altar ciego, traigo una vela,
Incendia tu desperdicio de ideas chuecas,
Tenemos un espacio iluminado sólo para nosotros.
Temblaré, amor, susurraré amor, y ya no podré repetir tu nombre
Porque ya nada importará entre el silencio,
Y no habrá ganas de nombrarlo nada,
Y habrá acaecido el primer día de mi por fin nombrada suerte.

http://revistaombligo.com/2013/12/04/el-primer-dia/

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19 nov 2013

Grandísimos relatos de mi vida - #1 Los Caifanes

La noche es larga, Caifanes

Primer encuentro: 19 años, D.F.landia, solo... o antes, con amigos de Bachilleres, Cuernavaca, 17 años (creo)



Aquel guión que tumbó el del máster Parménides García Saldaña (El rey criollo, medianamente, es usté) en el Concurso Nacional de Argumentos en 1965, es lo mejor que conozco de Carlos Fuentes (Aura no se queda atrás, claro, pero Los Caifanes es Los Caifanes, no topo todo Fuentes, recomiendo un texto de Enrique Guadarrama en la revista Tajo #6 para una lectura de admiración personal y muy emotiva de toda su obra). Lo escribió con Juan Ibáñez.

     Dirigido por Ibáñez, hablo de un filme mexicano de 1967 que narra una noche al ritmo de "Los Caifanes", cuatro capitalinos, mecánicos de oficio, que trabajan en Querétaro y están en la ciudad porque, afirma uno de ellos, "no podemos vivir fuera del cantón". Estos ñeros chingones (el Gato, el Mazacote, el Estilos y el Azteca) son un contrapunto de Paloma y Jaime de Landa, sus invitados esa noche. Por supuesto, los nombres, como la invitación, no son un azar, los cuatro caifanes prácticamente se presentan sin pasado y sin futuro, en tanto que sus invitados son un soberbio arquitecto en ascenso y su novia acomodada, rebelde y caprichosa, quien, al escuchar hablar a los caifanes en el automóvil, afirma "qué divino hablan, hasta parece otra lengua."

      Los Caifanes establecen una identidad desde el lenguaje que desarolla un ingenio lingüístico creativo popular urbano de los años sesenta, pero también, las formas en que la gente sí lee, porque no vayamos a creernos esa mierda de que la gente no lee porque no lee a solas y no lee la canónica "buena literatura" o los discursos económico-científicos legítimamente aceptados. Por ejemplo, unas prostitutas, cuyo padrote es español, escuchan en colectivo, en un cubículo de cabararet de barrio -como lo llama Paloma-, un libro sobre los sueños; quien lee, no respeta puntuación, tono, acentos o sentido, lo hace a destiempo y no hila ideas; otra más, la "Elota", exclama: "¡yo no sé por qué te da por comprar esos libros si ni entiendes nada!".

       Es también en la identidad que da la lengua donde arranca el filme: una especie de Recepción en una casa con parquet y sirventes de charola en mano. Están Jaime y Paloma junto a otras personas, ella parece sentirse incómoda o, cuando menos, se divierte rechazando el ambiente intelectual, cuyos diálogos se cargan de abstracciones, reflexiones, versos, y citas en inglés y español. Frente a esto, se contrapone una tradición poética al margen de las academias, que ha rescatado, entre otros, poemas como "El brindis del bohemio" -de Guillermo Aguirre y Fierro según SanGoogle®-, el cual recuerdo en voz de mi padrino y algunos viejos amados del siglo XX. Ellos, como Los Caifanes, vieron en ése y otros textos la verdadera poesía, la mesmeta que en la Facultad de Filosofía y Letras llaman "popular", pero también, por ejemplo, en "La niña de Guatemala" de José Martí, cuya doble lectura como poeta-en-la-tradición-del-pueblo y poeta-para-los-exégetas (sí, Martí es el mismo del "Yo soy un hombre sincero" llevado al Guantanamera) queda hábilmente demostrada por la interpretación del "Estilos" -Óscar Chávez-, o Las coplas... de Manrique y La Dorotea de Lope de Vega recitados desde un féretro (A mis soledades voy, de mis soledades vengo.../ cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando.../ ¿Qué se fizo el Rey Don Juan, los cuatro infantes de Aragón, ¿qué se fizieron?). 

     "Adivinando, Nando", "Pasa-jeros al tren", "¿Cuánto?/ Un diego/ No; es muy poco, mejor un ojo de gringa/ ¿Te quieres adornar, no?", "el chinchol es bueno pa'l frío", "Jálate también unas Pepsis, pero que no estén abiertas, no sea que me las empujen de las sobrinas/ ¿Sobrinas?/ Sí, de los sobrantes que quedan en las botellas", "Nosotros se la cuidamos/ ¿Y a nosotros quién nos cuida de ella?". El lenguaje sigue como resistencia, es la confrontación de dos realidades y cosmovisiones distintas, Jaime vive en su intelectualoide soberbia de corbatas, copas, inglés y Apellido de La; Paloma es la fuga de ese mundo, el puente hacia la otredad, hacia ese otro que nunca se toca, que no se reconoce como variedad sino como diferencia; pero una vez atravesado el abismo: la magia, la noche tendida en movimiento, el cielo como techo inestable, la aprehensión de todo el universo en todas las cosas: la música, en una guitarra; la muerte, en una caja; la suerte en una moneda; la noche, en un cachito de lotería; y también de ese otro lado está el valor de la amistad inseparable como Quijote y Sancho, algo no archiretecontraposmo del XXI que es el amor-amigo, para rematar con la ausencia de nombres. Todos somos el Cien sombras, la Elota o el Mazacote, porque se está del lado de Los Caifanes, y un Caifán es el que las puede todas.

            (Toca un ciego su guitarra, el "Cien sombras"/el "Poca luz", en un puesto de carnitas)
          -Este tango es de la época de oro de don Carlos Gardel 
          -Este Estilos es reteinstruido; hasta estuvo con los padres que les dicen Salensanos de Don Bosco (sic
          -¿De internado?
          -No... de huérfano, como quien dice.
el Estilos, el Gato y Jaime de Landa

Los Caifanes (1967)





Acá también está, pero esta edición parece re-tocada:

¡Que la disfruten!
 
Fuera del mundo
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24 oct 2013

Relixes #2

Ah, cómo me late este disco, me fascina... Bonobo, según yo, era una banda, colectivo o algo así hasta que Wikipedia me informó que era un DJ británico, Simon Green; si vemos presentaciones en vivo, o los colaboradores de los discos, toparemos, de cualquier forma, que suele haber otros músicos siempre. Podría refritear información que encuentran con un click, pero no, más bien es una invitación a oírlo así, como un detonante creativo o sólo para disfrutarlo, qué sé yo, por sus armonías para arriba y para abajo. Sacó disco este año, el The North Borthers, que falta degustar aún. Y no sé, en verdad, qué tiene el cabrón, pero he escrito muchas cosas escuchando sus rolas, ha sido la fiesta, también, o un buen descanso:



Relixes #2 (Black Sands)


Entra el sintetizador.  Volteas a verme.
Tu expresión: “esa rola”, aunque no dices nada.
Entra el violín, las teclas siguen formando andadores dorados donde encontramos las alas de una trompeta.
Dejamos pasar el agua entre nuestros dedos, atados como si pudieras perderte esos desiertos profundos.
Haz sacado a pasear a tu alma.
Revienta y encuentra de vuelta el camino dorado,
la tentación de flotar sobre la boca de quien se esforzó hace tanto por lograr los soplidos de esta grabación,
entona el estado de ánimo perfecto de colores lisos por tanto rondar el aire.
Como la inevitable línea del final de la mano, 
como el musgo cuando resbalas,
el sintetizador anuncia otro escape irremediable.
La trompeta juega a que se gasta para no sentir que nos quedamos a medio camino, se vuelve tenue y da un último soplido.
Tú bailas sobre la boca del metal, bailas en el perímetro dorado de las alas mientras la trompeta se desgarra en nuestros brazos cruzados,
Tu  expresión “esa rola…” inunda tu cara
Mientras separas nuestras manos
Y la arena con el viento nos invade.

3 oct 2013

Amargo perro




 Amargo Perro
Una canción desesperada 

Hay libros que nacen de una idea brillante; otros, más bien, son arrancados de los pulmones de la ciudad, de la tierra misma y, con el sigilo de una culebra, crecen bajo los puentes, se prolongan con la noche por avenidas largas, iluminadas apenas por una luz senil, recorren el cuerpo de una ciudad tísica y, en un arrebato de amor —violentándola primero—, la sostienen, poniéndola a salvo. Amargo Perro cobra forma en la garganta de una ciudad mítica que lucha por mantenerse en pie. En ella, aparecen un puñado de personajes macilentos, frustrados soñadores que arañan la noche para no sucumbir ante el abismo de la mediocridad. Sus vidas se proyectan en los avisos luminosos. En ellos, surge la figura de la mujer, contrastada con el mundo, asumiendo un rol protagonista, abandonando así el estado de simple contemplación que brutalmente se le ha impuesto con el tiempo. Por otro lado, la voz que sostiene el libro está poblada de vitalidad, una luz incandescente la habita y la hace viajar, viajar hacia la vida. En Lima, hemos leído con júbilo Amargo perro y su fuerza, su pertinaz ternura se han encargado de disipar el caos, la apatía y generado recitales generosos, discusiones efervescentes y muchas ganas de escribir poesía. En países como el nuestro, la poesía no es una búsqueda, sino más bien un hallazgo. El autor reconoce su condición de poeta, (la asume), sin ningún reparo se encamina, como un río de sangre se abre paso entre los escombros de una realidad aniquilada por la indiferencia. Todo es poesía, todo ha sido tocado por sus uñas, la ciudad se sostiene en sus rodillas y en su garganta bulle el sendero, un camino virgen que los jóvenes poetas de Latinoamérica fundamos hoy, alejándonos de las metáforas brillantes y el fanatismo político, buscando la consolidación de nuestros propios pasos, tolerando en un poema logrado las diferentes voces que se manifiestan por las calles, como un enjambre de abejas. Los invito a leer este libro, primerizo en su forma, bastardo. Cuidado; la ciudad podrá ser destruida pero el perro ha de seguir ladrando.


Roberto Bermúdez
Lima 1 diciembre 2012


...
a ti

¿Con qué vas a encender si no escribes?
      ¿qué dedos vas a incendiar de qué lumbre?
Mírame:
              Mis manos se están guardando como un capullo.
              Mataron y se guardaron.
   Alzaron su R-15
como un capullo en explosión.

Recibe
estas manos obreras.

Mis manos de albañil,
crearon y se escondieron.

No lo saben, creyeron
   en tu dios,
      en tu patria.
         Votaron por tu democracia.

Míralas bien, cabrón.
¿de qué piel, qué verdades para ti si no quemas?

 
Amargo perro

Medianamente asqueado
entre la paranoia;
algo turbio, medio seco de la boca.
Amargo como bravo perro añejo.
Amargo del estómago a los ojos.
Con el hocico apestoso.
Algo entusiasmado
porque todo podrá ponerse más suave.

Un puñado de esquirlas por todas partes:
en el metro, en los pasillos,
en el mercado entre rosas carnívoras y tacos,
en las escaleras hacia el quinto piso.

Amargo como las noches de caída.
a la calle, hecho vendaval,
tributo a los dioses Marcianos,
envuelto en vórtices, como a ellos les gusta,
me dispongo a hacer la revolución.

Tomo a un tipo del brazo, le acerco mi cara, le digo:
"Viejo, aliviáname... sólo un cinco"

Amargado viejo de metro,
exigiéndoles el dinero
para la estúpida vida,
para echarles en cara que aquí estoy,
derribado en mi can.

Mascullando palabras para que el hambre se espere.

Los trenes se largan, nunca vuelven;
se repliegan al subsuelo:
tienen miedo de ver cada día
que el lugar del que parten jamás es el mismo.

Aquí reina el perfume de la sangre,
se impregna la consciencia de olores fétidos.

Yo no necesito permiso de un papel.
Hasta en los baños públicos apesta a democracia.
Tampoco necesito una lengua para decir.

Necio,
asombrosamente vivo, límite,
adicto voy
en el metro, en los pasillos,
en el mercado entre rosas carnívoras y tacos,
en las escaleras hacia el quinto piso,
envuelto en vórtices, casi a ciegas.


Fractal

I
Por las noches duermo.
Destenso un arco en mis sueños.
La faz de la tierra se calienta,
                               arroja géisers,  gotas de lava hacia el cielo.

                                     Una flecha gira, gira, gira, tropieza, se levanta,
tiene pies, camina, corre
                                      -un pez pasa volando-,
                gira
         -remolinos de tierra-,
                                               gira,
        Se sacude el miedo, embiste, ya viene.
    Un silbido la ataca; un frío la tiembla.
Se enrosca y vuelve a girar; se torna humana.
                     gira,
                                         gira,
                                 gira,
toca los cielos,
se enrama: le brota un poema.
Huye al monte:
                            trae botas, uniforme,
-disparan rifles-
                        Es la guerra. Está sangrando.
 
Estalla.
Regresa la luz.
                Todo es vaho.
                     Siente miedo:
                                     Cae.
Sus quejidos cavan la tumba.
           El polvo vicia al aire.
     Vuelve a girar.
Abro los ojos.
Mis puños son dos volcanes en peligro de extinción.

II
Miro a mi mujer.
Fui un hombre fuerte.
¿Te acuerdas?
Estoy viejo.

Tuve alas de zopilote.
Nací en Tepoztlán.
Me crie en los cerros devorados por un hacha.

Ahora la veo transformarse en Espejo.
Refleja mi rostro.
Este instante es un odio guardado por siglos.
Se agota. La miro deshacerse.

III
Como en medio del desierto, grito.
Ella no me oye.
La muevo de un lugar a otro,
la presiono el sexo, la muerdo la boca, la meto la mano.
Ella no me oye.
Recorro mi mente pero no la alcanzo.
Veo las vidas de todos los hombres en sus dedos.
Se aquieta. Se enarbola en el silencio.
la miro el vientre   la penetro el ombligo   la invado el cuerpo
     la toco la mano   la beso la boca
       la penetro el sexo
Contemplo a mi mujer.
Ella no me oye.

IV
Los dioses nos dejaron sólo este silencio
No tenemos fuego, ni opio, ni un arco.
Somos un paisaje onírico.
Ya no tiene los senos como girasoles.
Veo morir niñas en sus ojos.
Veo el deseo hecho roca en los labios.
Veo seca su vibración ígnea,
Veo perdido el fetiche de las medias,
Su cuerpo de lava:
Su luz pétrea.

V
De Mictlán se filtra un árbol.
Sale de la tierra.
Fluye como manantial de sangre.
Se estira hacia todas partes,
rumbo todos los polos del universo.
Conquista astros. Roza la estancia divina.

Mi mujer es la semilla, profunda, en el barro.
Brota de las piedras.

VI
Una niña es el fruto que cae
en espiral hacia el suelo.
Se abre el pecho.
Una rosa palpita, explota
y brota una flecha como un silencio.
Su poder es una grieta que
                                      s e e e e  e x p a a a a a n d e,
                 gira,
                                          gira,
                            gira,
hecha polvo, se queda quieta/
...una niña alumbra la noche con su cuerpo.


Regresiones

Siento como si regresara.
No sin las nuevas luces, colores en el universo que jamás imaginé;
ninguna de esas hipótesis sobre el sexo femenino, no.

Lo que siento es una casa al final, como la hubo antes.
Lo que siento es un poema construido de veras, no con la perfección, sino con la linfa,
con mis dedotes, con el lápiz roto, con la saliva cayéndose de la emoción.
Lo que siento es este coraje, la pelea con mi jefe, la lucha contra mi jefa,
la emoción de tener cerca a los viejos de alguna forma;
de ser un niño de repente.
Lo que siento no tiene que ver con el tiempo.
(Se regresa uno al estallido original)
Ni un big bang, ni un Jesús.
Puras cruces, más bien una big band, un reggae de lejos,
y los pies moviéndose, y la emoción en los vellos.
Lo que siento es la certeza de disfrutar, antes del desencanto, pero seguro de que existe.
Lo que siento es que vale la pena, siempre valdrá la pena,
estallando en palabrotas, escribir, escribir, escribir, y reventarlo todo.

 
Advertencia

Busco una chica artista, que si tiene cientos de perfumes sea por una fijación con el olor, una colección, una concatenación de hechos concentrados en aromas y no “los de la mejor marca”. Que si tiene “los de la mejor marca” mande a la chingada mi opinión y siga comprándolos. Quiero una chica que se desparrame los domingos a flojear, o pintar, o fotografiar, o llorar, porque, eso sí, los domingos son tristes. O que se enoje y me lleve al campo y diga “me caga que la gente diga que los domingos son tristes”. Una chica a quien no le guste el fut, de preferencia; pero si le gusta, que me enseñe cómo. Quiero una loquita pepenadora, que junte trastos, latas, papeles, telas y haga un regalo para un día cualquiera en que discuta la virtualidad de la celebración de los cumpleaños; o que egoíste, que sostenga que nada hay que darle al mundo, y no regale nada. Que sea ella y no mi cabeza quien me dice que las cosas son otra cosa, todas las cosas. Quiero una literadora, sobre todo, que no se espante con un poema grosero; que sepa que la violencia, que el jazz, que el ska, que el reggae, que la poesía mata, mata como el opio; que el sexo, que la hipersexualidad, que el rol, que las medias. Una artista que beba o no beba, que fume o no fume, que inhale o no, que se inyecte o no, pero que no se asuste. Quiero una chica que platique toda la madrugada y discuta. Que no tenga miedo de mentarle la madre a Miles Davis y a Cortázar, que los disfrute, que me lea a solas, que me lea en el metro, que me lea en la calle, y nos callemos para que todo se entregue, y no olvide ni haga olvidar que nacimos separados, que somos libertad, y uno, y que el amor existe; que tenga piedad de mis pulmones y de mis versos -a veces lo contrario-, que sepa que todo esto es porque quiero una chica artista para hacer otra cosa: jazz, aves, ruido, pasto, casas, ormonotopola, coito; no el amor.


Flaca, flaca, flaca

Tú y yo sabemos, flaca, y bien sabemos
que esto no es un poema,
que éste no es un poeta,
que éstas no son mis manos
relatando puro cuento de poema.

Este poema es puro cuento,
se me olvidaba: no es un poema
ni la extensión de un cuerpo del que no es poeta.

Es mi arteria llenando el papel.

Ojalá tuviera la extravagancia para arrancarme la sangre ahora y llenar
un poema de amor donde decirte:
“Ahí te va, cariño mío, flaca diosa, poesía bendita, ái te va mi sangre: bébela”,
pero no.
Mejor te invito un pulque.

Acá no hay un poema, ni una reflexión, ni un vómito de newpoet.
Es un jazz trastornado en ska trastornado en narcocumbia,
aunque no me guste,
aunque al poeta le moleste.

Esto no es un poema, pero se chingan, esto sí es poesía y es de amor
y se le dedica, se le entrega, se le escurre, todo el tiempo,
en arterias, en sus vómitos, en todas sus extravagancias
a la flaca.


En realidad, yo no quiero una voz joven. Soy joven. Mi poesía es más híbrida que todo lo que siento. Nadie se culpe. Eso sí: algo soy de lo esperado. Al final, yo no conozco otra vida que mi vida. Yo no quiero una voz que no sea mi voz. Mi vida es el poema de mi vida. Yo no conozco mundo sin verde, sin África, sin dos, sin lengua. Yo no conozco vida pasada ni futuro; sin patria ni dinero. Yo no sé que lo otro viva por estar vivo. Porque yo no sé qué es “que viva” lo otro, ¿una posibilidad gramatical?

En realidad, amé el verso ideal. Era romántico. Sentí la fiebre por la revolución. Me hubiera armado con una playera del Che a los diecisiete años. Vi ejemplares de libros como fusiles revolucionarios. Pero aquí hay ruido, semáforos, pantallas líquidas, comunicación mundial interespacial, robos, religiones, costos, niveles, razas, cárceles, sexualidades. Aquí norma y ruptura. Uno segmentado en partes. No somos colectivos ni enajenados. Estamos rotos.

Yo no quiero un pedazo de mi voz.


Tarde 2012
a mi valedor el Dircio, geógrafo y poeta

Y así un día
te viene la ocurrencia
de querer ser poeta.

Se te enredan las emociones
Y ni el Radio es tan inestable.

Te sumerges en mares, bosques, calles.
Amaneces con la paranoia atravesada.

Sabemos que nos hemos frito el cerebro,
que conocimos terrores con LSD y amanecimos
con la órbita deshecha.

La tensión está presente:
“¡Vota!, ¡Vota!, ¡Vota!”

Sientes
la ansiedad comiéndote.
Te escondes en cerros, redes, nudos.
Lloras

Asesinaron a Álvaro y al Bola.
      No pasa nada.
              No importa nada.
Los hechos están vacíos;
pero todo fue inútil.
Tanta hambre de justicia tan virtual.

Cualquier otra mañana
el tedio del opio te despierta
entre rumor de viejos cuerpos.

La carrera, un oficio, formas, textos,
letras,
       letras,
               letras.

Ya no es rojo el cielo.

Sublimas la terrible ocurrencia de vivir en el verbo.
Nombras al mundo para materializarlo.
Sigues con el hocico suelto
pero cuando naciste ya lo tenías reventado.

Caminas con la sangre a gotas.

Lodo, golpes, besos

No sabías que la poesía sería veneno;
y aunque estés medio muerto,
y aunque nadie te lo diga
sales a la calle, tienes 22 años,
estás solo, y eres poeta.

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