24 oct 2013

Relixes #2

Ah, cómo me late este disco, me fascina... Bonobo, según yo, era una banda, colectivo o algo así hasta que Wikipedia me informó que era un DJ británico, Simon Green; si vemos presentaciones en vivo, o los colaboradores de los discos, toparemos, de cualquier forma, que suele haber otros músicos siempre. Podría refritear información que encuentran con un click, pero no, más bien es una invitación a oírlo así, como un detonante creativo o sólo para disfrutarlo, qué sé yo, por sus armonías para arriba y para abajo. Sacó disco este año, el The North Borthers, que falta degustar aún. Y no sé, en verdad, qué tiene el cabrón, pero he escrito muchas cosas escuchando sus rolas, ha sido la fiesta, también, o un buen descanso:



Relixes #2 (Black Sands)


Entra el sintetizador.  Volteas a verme.
Tu expresión: “esa rola”, aunque no dices nada.
Entra el violín, las teclas siguen formando andadores dorados donde encontramos las alas de una trompeta.
Dejamos pasar el agua entre nuestros dedos, atados como si pudieras perderte esos desiertos profundos.
Haz sacado a pasear a tu alma.
Revienta y encuentra de vuelta el camino dorado,
la tentación de flotar sobre la boca de quien se esforzó hace tanto por lograr los soplidos de esta grabación,
entona el estado de ánimo perfecto de colores lisos por tanto rondar el aire.
Como la inevitable línea del final de la mano, 
como el musgo cuando resbalas,
el sintetizador anuncia otro escape irremediable.
La trompeta juega a que se gasta para no sentir que nos quedamos a medio camino, se vuelve tenue y da un último soplido.
Tú bailas sobre la boca del metal, bailas en el perímetro dorado de las alas mientras la trompeta se desgarra en nuestros brazos cruzados,
Tu  expresión “esa rola…” inunda tu cara
Mientras separas nuestras manos
Y la arena con el viento nos invade.

3 oct 2013

Amargo perro




 Amargo Perro
Una canción desesperada 

Hay libros que nacen de una idea brillante; otros, más bien, son arrancados de los pulmones de la ciudad, de la tierra misma y, con el sigilo de una culebra, crecen bajo los puentes, se prolongan con la noche por avenidas largas, iluminadas apenas por una luz senil, recorren el cuerpo de una ciudad tísica y, en un arrebato de amor —violentándola primero—, la sostienen, poniéndola a salvo. Amargo Perro cobra forma en la garganta de una ciudad mítica que lucha por mantenerse en pie. En ella, aparecen un puñado de personajes macilentos, frustrados soñadores que arañan la noche para no sucumbir ante el abismo de la mediocridad. Sus vidas se proyectan en los avisos luminosos. En ellos, surge la figura de la mujer, contrastada con el mundo, asumiendo un rol protagonista, abandonando así el estado de simple contemplación que brutalmente se le ha impuesto con el tiempo. Por otro lado, la voz que sostiene el libro está poblada de vitalidad, una luz incandescente la habita y la hace viajar, viajar hacia la vida. En Lima, hemos leído con júbilo Amargo perro y su fuerza, su pertinaz ternura se han encargado de disipar el caos, la apatía y generado recitales generosos, discusiones efervescentes y muchas ganas de escribir poesía. En países como el nuestro, la poesía no es una búsqueda, sino más bien un hallazgo. El autor reconoce su condición de poeta, (la asume), sin ningún reparo se encamina, como un río de sangre se abre paso entre los escombros de una realidad aniquilada por la indiferencia. Todo es poesía, todo ha sido tocado por sus uñas, la ciudad se sostiene en sus rodillas y en su garganta bulle el sendero, un camino virgen que los jóvenes poetas de Latinoamérica fundamos hoy, alejándonos de las metáforas brillantes y el fanatismo político, buscando la consolidación de nuestros propios pasos, tolerando en un poema logrado las diferentes voces que se manifiestan por las calles, como un enjambre de abejas. Los invito a leer este libro, primerizo en su forma, bastardo. Cuidado; la ciudad podrá ser destruida pero el perro ha de seguir ladrando.


Roberto Bermúdez
Lima 1 diciembre 2012


...
a ti

¿Con qué vas a encender si no escribes?
      ¿qué dedos vas a incendiar de qué lumbre?
Mírame:
              Mis manos se están guardando como un capullo.
              Mataron y se guardaron.
   Alzaron su R-15
como un capullo en explosión.

Recibe
estas manos obreras.

Mis manos de albañil,
crearon y se escondieron.

No lo saben, creyeron
   en tu dios,
      en tu patria.
         Votaron por tu democracia.

Míralas bien, cabrón.
¿de qué piel, qué verdades para ti si no quemas?

 
Amargo perro

Medianamente asqueado
entre la paranoia;
algo turbio, medio seco de la boca.
Amargo como bravo perro añejo.
Amargo del estómago a los ojos.
Con el hocico apestoso.
Algo entusiasmado
porque todo podrá ponerse más suave.

Un puñado de esquirlas por todas partes:
en el metro, en los pasillos,
en el mercado entre rosas carnívoras y tacos,
en las escaleras hacia el quinto piso.

Amargo como las noches de caída.
a la calle, hecho vendaval,
tributo a los dioses Marcianos,
envuelto en vórtices, como a ellos les gusta,
me dispongo a hacer la revolución.

Tomo a un tipo del brazo, le acerco mi cara, le digo:
"Viejo, aliviáname... sólo un cinco"

Amargado viejo de metro,
exigiéndoles el dinero
para la estúpida vida,
para echarles en cara que aquí estoy,
derribado en mi can.

Mascullando palabras para que el hambre se espere.

Los trenes se largan, nunca vuelven;
se repliegan al subsuelo:
tienen miedo de ver cada día
que el lugar del que parten jamás es el mismo.

Aquí reina el perfume de la sangre,
se impregna la consciencia de olores fétidos.

Yo no necesito permiso de un papel.
Hasta en los baños públicos apesta a democracia.
Tampoco necesito una lengua para decir.

Necio,
asombrosamente vivo, límite,
adicto voy
en el metro, en los pasillos,
en el mercado entre rosas carnívoras y tacos,
en las escaleras hacia el quinto piso,
envuelto en vórtices, casi a ciegas.


Fractal

I
Por las noches duermo.
Destenso un arco en mis sueños.
La faz de la tierra se calienta,
                               arroja géisers,  gotas de lava hacia el cielo.

                                     Una flecha gira, gira, gira, tropieza, se levanta,
tiene pies, camina, corre
                                      -un pez pasa volando-,
                gira
         -remolinos de tierra-,
                                               gira,
        Se sacude el miedo, embiste, ya viene.
    Un silbido la ataca; un frío la tiembla.
Se enrosca y vuelve a girar; se torna humana.
                     gira,
                                         gira,
                                 gira,
toca los cielos,
se enrama: le brota un poema.
Huye al monte:
                            trae botas, uniforme,
-disparan rifles-
                        Es la guerra. Está sangrando.
 
Estalla.
Regresa la luz.
                Todo es vaho.
                     Siente miedo:
                                     Cae.
Sus quejidos cavan la tumba.
           El polvo vicia al aire.
     Vuelve a girar.
Abro los ojos.
Mis puños son dos volcanes en peligro de extinción.

II
Miro a mi mujer.
Fui un hombre fuerte.
¿Te acuerdas?
Estoy viejo.

Tuve alas de zopilote.
Nací en Tepoztlán.
Me crie en los cerros devorados por un hacha.

Ahora la veo transformarse en Espejo.
Refleja mi rostro.
Este instante es un odio guardado por siglos.
Se agota. La miro deshacerse.

III
Como en medio del desierto, grito.
Ella no me oye.
La muevo de un lugar a otro,
la presiono el sexo, la muerdo la boca, la meto la mano.
Ella no me oye.
Recorro mi mente pero no la alcanzo.
Veo las vidas de todos los hombres en sus dedos.
Se aquieta. Se enarbola en el silencio.
la miro el vientre   la penetro el ombligo   la invado el cuerpo
     la toco la mano   la beso la boca
       la penetro el sexo
Contemplo a mi mujer.
Ella no me oye.

IV
Los dioses nos dejaron sólo este silencio
No tenemos fuego, ni opio, ni un arco.
Somos un paisaje onírico.
Ya no tiene los senos como girasoles.
Veo morir niñas en sus ojos.
Veo el deseo hecho roca en los labios.
Veo seca su vibración ígnea,
Veo perdido el fetiche de las medias,
Su cuerpo de lava:
Su luz pétrea.

V
De Mictlán se filtra un árbol.
Sale de la tierra.
Fluye como manantial de sangre.
Se estira hacia todas partes,
rumbo todos los polos del universo.
Conquista astros. Roza la estancia divina.

Mi mujer es la semilla, profunda, en el barro.
Brota de las piedras.

VI
Una niña es el fruto que cae
en espiral hacia el suelo.
Se abre el pecho.
Una rosa palpita, explota
y brota una flecha como un silencio.
Su poder es una grieta que
                                      s e e e e  e x p a a a a a n d e,
                 gira,
                                          gira,
                            gira,
hecha polvo, se queda quieta/
...una niña alumbra la noche con su cuerpo.


Regresiones

Siento como si regresara.
No sin las nuevas luces, colores en el universo que jamás imaginé;
ninguna de esas hipótesis sobre el sexo femenino, no.

Lo que siento es una casa al final, como la hubo antes.
Lo que siento es un poema construido de veras, no con la perfección, sino con la linfa,
con mis dedotes, con el lápiz roto, con la saliva cayéndose de la emoción.
Lo que siento es este coraje, la pelea con mi jefe, la lucha contra mi jefa,
la emoción de tener cerca a los viejos de alguna forma;
de ser un niño de repente.
Lo que siento no tiene que ver con el tiempo.
(Se regresa uno al estallido original)
Ni un big bang, ni un Jesús.
Puras cruces, más bien una big band, un reggae de lejos,
y los pies moviéndose, y la emoción en los vellos.
Lo que siento es la certeza de disfrutar, antes del desencanto, pero seguro de que existe.
Lo que siento es que vale la pena, siempre valdrá la pena,
estallando en palabrotas, escribir, escribir, escribir, y reventarlo todo.

 
Advertencia

Busco una chica artista, que si tiene cientos de perfumes sea por una fijación con el olor, una colección, una concatenación de hechos concentrados en aromas y no “los de la mejor marca”. Que si tiene “los de la mejor marca” mande a la chingada mi opinión y siga comprándolos. Quiero una chica que se desparrame los domingos a flojear, o pintar, o fotografiar, o llorar, porque, eso sí, los domingos son tristes. O que se enoje y me lleve al campo y diga “me caga que la gente diga que los domingos son tristes”. Una chica a quien no le guste el fut, de preferencia; pero si le gusta, que me enseñe cómo. Quiero una loquita pepenadora, que junte trastos, latas, papeles, telas y haga un regalo para un día cualquiera en que discuta la virtualidad de la celebración de los cumpleaños; o que egoíste, que sostenga que nada hay que darle al mundo, y no regale nada. Que sea ella y no mi cabeza quien me dice que las cosas son otra cosa, todas las cosas. Quiero una literadora, sobre todo, que no se espante con un poema grosero; que sepa que la violencia, que el jazz, que el ska, que el reggae, que la poesía mata, mata como el opio; que el sexo, que la hipersexualidad, que el rol, que las medias. Una artista que beba o no beba, que fume o no fume, que inhale o no, que se inyecte o no, pero que no se asuste. Quiero una chica que platique toda la madrugada y discuta. Que no tenga miedo de mentarle la madre a Miles Davis y a Cortázar, que los disfrute, que me lea a solas, que me lea en el metro, que me lea en la calle, y nos callemos para que todo se entregue, y no olvide ni haga olvidar que nacimos separados, que somos libertad, y uno, y que el amor existe; que tenga piedad de mis pulmones y de mis versos -a veces lo contrario-, que sepa que todo esto es porque quiero una chica artista para hacer otra cosa: jazz, aves, ruido, pasto, casas, ormonotopola, coito; no el amor.


Flaca, flaca, flaca

Tú y yo sabemos, flaca, y bien sabemos
que esto no es un poema,
que éste no es un poeta,
que éstas no son mis manos
relatando puro cuento de poema.

Este poema es puro cuento,
se me olvidaba: no es un poema
ni la extensión de un cuerpo del que no es poeta.

Es mi arteria llenando el papel.

Ojalá tuviera la extravagancia para arrancarme la sangre ahora y llenar
un poema de amor donde decirte:
“Ahí te va, cariño mío, flaca diosa, poesía bendita, ái te va mi sangre: bébela”,
pero no.
Mejor te invito un pulque.

Acá no hay un poema, ni una reflexión, ni un vómito de newpoet.
Es un jazz trastornado en ska trastornado en narcocumbia,
aunque no me guste,
aunque al poeta le moleste.

Esto no es un poema, pero se chingan, esto sí es poesía y es de amor
y se le dedica, se le entrega, se le escurre, todo el tiempo,
en arterias, en sus vómitos, en todas sus extravagancias
a la flaca.


En realidad, yo no quiero una voz joven. Soy joven. Mi poesía es más híbrida que todo lo que siento. Nadie se culpe. Eso sí: algo soy de lo esperado. Al final, yo no conozco otra vida que mi vida. Yo no quiero una voz que no sea mi voz. Mi vida es el poema de mi vida. Yo no conozco mundo sin verde, sin África, sin dos, sin lengua. Yo no conozco vida pasada ni futuro; sin patria ni dinero. Yo no sé que lo otro viva por estar vivo. Porque yo no sé qué es “que viva” lo otro, ¿una posibilidad gramatical?

En realidad, amé el verso ideal. Era romántico. Sentí la fiebre por la revolución. Me hubiera armado con una playera del Che a los diecisiete años. Vi ejemplares de libros como fusiles revolucionarios. Pero aquí hay ruido, semáforos, pantallas líquidas, comunicación mundial interespacial, robos, religiones, costos, niveles, razas, cárceles, sexualidades. Aquí norma y ruptura. Uno segmentado en partes. No somos colectivos ni enajenados. Estamos rotos.

Yo no quiero un pedazo de mi voz.


Tarde 2012
a mi valedor el Dircio, geógrafo y poeta

Y así un día
te viene la ocurrencia
de querer ser poeta.

Se te enredan las emociones
Y ni el Radio es tan inestable.

Te sumerges en mares, bosques, calles.
Amaneces con la paranoia atravesada.

Sabemos que nos hemos frito el cerebro,
que conocimos terrores con LSD y amanecimos
con la órbita deshecha.

La tensión está presente:
“¡Vota!, ¡Vota!, ¡Vota!”

Sientes
la ansiedad comiéndote.
Te escondes en cerros, redes, nudos.
Lloras

Asesinaron a Álvaro y al Bola.
      No pasa nada.
              No importa nada.
Los hechos están vacíos;
pero todo fue inútil.
Tanta hambre de justicia tan virtual.

Cualquier otra mañana
el tedio del opio te despierta
entre rumor de viejos cuerpos.

La carrera, un oficio, formas, textos,
letras,
       letras,
               letras.

Ya no es rojo el cielo.

Sublimas la terrible ocurrencia de vivir en el verbo.
Nombras al mundo para materializarlo.
Sigues con el hocico suelto
pero cuando naciste ya lo tenías reventado.

Caminas con la sangre a gotas.

Lodo, golpes, besos

No sabías que la poesía sería veneno;
y aunque estés medio muerto,
y aunque nadie te lo diga
sales a la calle, tienes 22 años,
estás solo, y eres poeta.

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