19 nov 2013

Grandísimos relatos de mi vida - #1 Los Caifanes

La noche es larga, Caifanes

Primer encuentro: 19 años, D.F.landia, solo... o antes, con amigos de Bachilleres, Cuernavaca, 17 años (creo)



Aquel guión que tumbó el del máster Parménides García Saldaña (El rey criollo, medianamente, es usté) en el Concurso Nacional de Argumentos en 1965, es lo mejor que conozco de Carlos Fuentes (Aura no se queda atrás, claro, pero Los Caifanes es Los Caifanes, no topo todo Fuentes, recomiendo un texto de Enrique Guadarrama en la revista Tajo #6 para una lectura de admiración personal y muy emotiva de toda su obra). Lo escribió con Juan Ibáñez.

     Dirigido por Ibáñez, hablo de un filme mexicano de 1967 que narra una noche al ritmo de "Los Caifanes", cuatro capitalinos, mecánicos de oficio, que trabajan en Querétaro y están en la ciudad porque, afirma uno de ellos, "no podemos vivir fuera del cantón". Estos ñeros chingones (el Gato, el Mazacote, el Estilos y el Azteca) son un contrapunto de Paloma y Jaime de Landa, sus invitados esa noche. Por supuesto, los nombres, como la invitación, no son un azar, los cuatro caifanes prácticamente se presentan sin pasado y sin futuro, en tanto que sus invitados son un soberbio arquitecto en ascenso y su novia acomodada, rebelde y caprichosa, quien, al escuchar hablar a los caifanes en el automóvil, afirma "qué divino hablan, hasta parece otra lengua."

      Los Caifanes establecen una identidad desde el lenguaje que desarolla un ingenio lingüístico creativo popular urbano de los años sesenta, pero también, las formas en que la gente sí lee, porque no vayamos a creernos esa mierda de que la gente no lee porque no lee a solas y no lee la canónica "buena literatura" o los discursos económico-científicos legítimamente aceptados. Por ejemplo, unas prostitutas, cuyo padrote es español, escuchan en colectivo, en un cubículo de cabararet de barrio -como lo llama Paloma-, un libro sobre los sueños; quien lee, no respeta puntuación, tono, acentos o sentido, lo hace a destiempo y no hila ideas; otra más, la "Elota", exclama: "¡yo no sé por qué te da por comprar esos libros si ni entiendes nada!".

       Es también en la identidad que da la lengua donde arranca el filme: una especie de Recepción en una casa con parquet y sirventes de charola en mano. Están Jaime y Paloma junto a otras personas, ella parece sentirse incómoda o, cuando menos, se divierte rechazando el ambiente intelectual, cuyos diálogos se cargan de abstracciones, reflexiones, versos, y citas en inglés y español. Frente a esto, se contrapone una tradición poética al margen de las academias, que ha rescatado, entre otros, poemas como "El brindis del bohemio" -de Guillermo Aguirre y Fierro según SanGoogle®-, el cual recuerdo en voz de mi padrino y algunos viejos amados del siglo XX. Ellos, como Los Caifanes, vieron en ése y otros textos la verdadera poesía, la mesmeta que en la Facultad de Filosofía y Letras llaman "popular", pero también, por ejemplo, en "La niña de Guatemala" de José Martí, cuya doble lectura como poeta-en-la-tradición-del-pueblo y poeta-para-los-exégetas (sí, Martí es el mismo del "Yo soy un hombre sincero" llevado al Guantanamera) queda hábilmente demostrada por la interpretación del "Estilos" -Óscar Chávez-, o Las coplas... de Manrique y La Dorotea de Lope de Vega recitados desde un féretro (A mis soledades voy, de mis soledades vengo.../ cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando.../ ¿Qué se fizo el Rey Don Juan, los cuatro infantes de Aragón, ¿qué se fizieron?). 

     "Adivinando, Nando", "Pasa-jeros al tren", "¿Cuánto?/ Un diego/ No; es muy poco, mejor un ojo de gringa/ ¿Te quieres adornar, no?", "el chinchol es bueno pa'l frío", "Jálate también unas Pepsis, pero que no estén abiertas, no sea que me las empujen de las sobrinas/ ¿Sobrinas?/ Sí, de los sobrantes que quedan en las botellas", "Nosotros se la cuidamos/ ¿Y a nosotros quién nos cuida de ella?". El lenguaje sigue como resistencia, es la confrontación de dos realidades y cosmovisiones distintas, Jaime vive en su intelectualoide soberbia de corbatas, copas, inglés y Apellido de La; Paloma es la fuga de ese mundo, el puente hacia la otredad, hacia ese otro que nunca se toca, que no se reconoce como variedad sino como diferencia; pero una vez atravesado el abismo: la magia, la noche tendida en movimiento, el cielo como techo inestable, la aprehensión de todo el universo en todas las cosas: la música, en una guitarra; la muerte, en una caja; la suerte en una moneda; la noche, en un cachito de lotería; y también de ese otro lado está el valor de la amistad inseparable como Quijote y Sancho, algo no archiretecontraposmo del XXI que es el amor-amigo, para rematar con la ausencia de nombres. Todos somos el Cien sombras, la Elota o el Mazacote, porque se está del lado de Los Caifanes, y un Caifán es el que las puede todas.

            (Toca un ciego su guitarra, el "Cien sombras"/el "Poca luz", en un puesto de carnitas)
          -Este tango es de la época de oro de don Carlos Gardel 
          -Este Estilos es reteinstruido; hasta estuvo con los padres que les dicen Salensanos de Don Bosco (sic
          -¿De internado?
          -No... de huérfano, como quien dice.
el Estilos, el Gato y Jaime de Landa

Los Caifanes (1967)





Acá también está, pero esta edición parece re-tocada:

¡Que la disfruten!
 
Fuera del mundo
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