5 jun 2014
fragmentos...
Tengo miedo.
El mundo me asombra.
Conozco muy pocas cosas.
Estaba llorando con una duna entre los ojos
Deshojándose desierto adentro.
Aunque soy una hormiga,
A veces me duele ser tan poca cosa.
En azul terminaba el nombre de m
Y yo sólo aprendí a maldecir el agua.
Pensé en máquinas de letras
Como refugios para la bestia,
Pensé en humedad de liquen,
En selvas enanas, en pisos de moho,
En alfombras verdes. Desde este lugar,
Donde se ve el punto más rojo del horizonte,
Pensé en tu cuerpo de bosque
Y mis manos serpenteando la hojarasca;
Pensé en muros verdes y tu pubis
Repleto de hojas y las hojas llenas de hormiguitas
Y el corazón de las hormigas como un retoño de luz,
En capullos madurando,
En castañas sobre barro hirviente,
En el fuego que tañe sobre el bosque su tam-tam verde.
Estuve llorando con una luna entre los ojos
Incendiándose bosque adentro.
3 jun 2014
Hoy es tu cumpleaños
Quisiera regalarte los cuadros de Edward Hopper de más abajo.
Una tarde
sin agua
y los charcos de recuerdos
una mañana
tras la ventana
y tú bajo mi cuerpo
el anochecer
de los jardines
recargado en tus ojos
un teclado
dedos gimnastas
doblan el arcoiris
el calor de la noche
tus muslos ahogados
de luciérnagas
carcajadas a gritos
calles anchas
de lado a lado: el azul
mangos en tus senos,
cerveza pura
del atardecer
metro
capullo de voces
en huertos típicos
años
calor blanco
que deja sordo
[vamos a jugar/como un rumor de flecha/a acariciarnos]
-
2 jun 2014
Primera visual - "La luz": 6 Pinturas de Edward Hopper
("Técnica de Exposición" de Los perdedores)
"La luz": Seis pinturas de Edward Hoppe
Eleven a.m. - 1926
Summer in the city - 1949
Nighthawks - 1942
Morning sun - 1952
Morning in a city - 1944
Drug store - 1927
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1 jun 2014
Epígrafe - Diálogos del Lunazul
(epígrafe de Los perdedores)
—Ya no le alquilo a usted. Oí que perdió el trabajo por venderle drogas a los niños
—No, no, no fue así, mmmkey. Fue un mal entendido.
—Las drogas son narcóticos ilegales y como nunca las he usado puedo decir que no sirven para nada.
—Yo tampoco las he usado, se lo juro.
—Nunca las he usado y míreme: mire lo bien que estoy… Lárgate de mi propiedad antes de que pierda el control y te mate
—¡Oh!—desilusionado— Mmmkey
—¡Drogadicto!, ¡drogadicto!, ¡drogadicto!
—No, no, no fue así, mmmkey. Fue un mal entendido.
—Las drogas son narcóticos ilegales y como nunca las he usado puedo decir que no sirven para nada.
—Yo tampoco las he usado, se lo juro.
—Nunca las he usado y míreme: mire lo bien que estoy… Lárgate de mi propiedad antes de que pierda el control y te mate
—¡Oh!—desilusionado— Mmmkey
—¡Drogadicto!, ¡drogadicto!, ¡drogadicto!
Señor
Mackey y su casero
(South Park 2x04)
(South Park 2x04)
Un largo epígrafe: Diálogos del Lunazul
Nunca te enamores de la muerte,
su lujuria de doncella,
su sevicia de perro,
su tacto de comadrona.
su lujuria de doncella,
su sevicia de perro,
su tacto de comadrona.
("McDonald’s"- Julián Herbert)
—Sí,
¿y quién diseñó estas malditas sillas de cemento? Debió ser un estúpido
servidor público que nunca tomó clases de diseño y desquita sus frustraciones
con el trasero del público en general. De seguro ni siquiera...
—¿Qué
le sucede a ese sujeto? Es un pesado. Primero, hace calor; luego, hace frío;
luego, las palomas caminan raro. No se calló un solo segundo. Digo: inténtalo,
deja de quejarte. ¿Y sabes qué fue lo peor? No dejaba de rascarse...
(Malcolm
el de en medio, 12x04)
a Parménides García Saldaña y Roberto Bolaño
—Lo que no me gustaba de él es que le encantaba contrariar a la gente.
—¡Ay sí! Era bien contreras, de todo la hacía de pedo, pero eso mismo me encantaba.
—Sí, siempre defendía su postura con garra aunque fuera en contra de lo que pensaba.
—Sí, y te hacía ver todos los lados de todo.
—Claro; y era tan mujeriego... pero con su mente de niño grande.
—Eso me molestaba mucho: era un berrinchudo y se quejaba de todo.
—Sí es cierto, puras quejas todo el tiempo y no hacía nada.
—Sí, nada, pero cómo me gustaba verlo con su cigarro.
—Sí, las tardes como dunas celestes espolvoreando la ciudad, como él decía, y su bocanada.
—Sí.
—¿Recuerdas cuando le desmadró el automóvil a Agustín?
—Sí, por una vieja, ¿no? Se la quería coger.
—No, ya se la había cogido, pero mucho antes. Él le presentó al Agus.
—¡Aaaah! Y, si era su amigo, ¿por qué la hacía de pedo? O... a lo mejor... pues... es que eso no se le hace a los amigos.
—No, pero aguanta, él no se la quería coger, te digo, ya lo había hecho, sólo no soportaba que estuviera con otro. Hasta había pasado un tiempo y salía con otra.
—¡Ah!, pero era un hijo de puta, ¿no? Las quería todas para él. Siempre perdió por eso.
—Pues sí, y a los hombres también. Era bicolor el güey. Pero a ella la molestaba con el celular toda la madrugada para decirle que la amaba, que no podía vivir sin ella, que Agustín y él eran amigos, pero que chingara su madre todo, que sus almas se encontrarían de alguna forma.
—Chale, pues qué volado el vato, ¿de qué dices que murió?
—Una bronquitis.
—Pero ya sabes lo que dicen, mana, que una nomás no puede criticar ni a sus padres ni a sus maestros. Y, lo que sea de cada quien, ese niño era un maestro. La verdá, la verdá, la hacía de emoción como una de mujer, pero era un amor y con él aprendí mucho.
—Sí te entiendo, amiga. También para mí fue un maestro. Me enseñó de todo.
—¡Ay sí!, bien padre; pero más en las malas de la vida, hasta cuando no se le paraba.
—Siempre te enseñaba algo, amiga, y leía rebonito. Cómo me gustaba su voz, aunque ya sabes también eso otro que dicen: los verdaderos maestros no van a la escuela ni son los que hacen las revoluciones, ni dejan nada nuevo y, aunque todos quisieran quererlos, nadie los quiere.
—Sí, mana, así merito era él. Nomás se pasaba los días tediosos como lunas celestes ¿o cómo decía?
—Así que murió de una operación de hemorroides mal cuidada.
—Eso dicen, pero uno ya ni cree. Así como era de panchero, le han de ver dado una putiza y lo han de ver botado por ahí.
—Sí, además, así como están las cosas en su tierra, a lo mejor le dieron un levantón, amaneció colgado o lo destazaron los narcos.
—O peor: lo apañaron los milicos o los cerdos y le dejaron caer toda la del plomo.
—O está en el bote...
—O está en el bote...
—No, ese cabrón ya está muerto.
—¡Ay, sí! a mí me chocaba su voz. Gritaba y leía poesía como si estuviera vendiendo algo en el metro; además, siempre parecía que quería llamar la atención con su voz aguardentosa.
—¿En serio, mujer? A mí, al contrario, me parecía que todos leían como si fueran vendedores en un tiempo en que él era el único vendedor real, que no intentaba machacarle la poesía en la cara a la gente.
—¿Ah, no?
—No, él sí les ofertaba un producto cotidiano pero se los daba hecho poesía.
—“Vamos a culear morras”, me dijo un día, “Mucho Estados Unidos pagado por mis papás y yo sólo quiero morirme de una pulmonía, aquí o donde sea”.
—¿Pulmonía? Y parece que le atinó. Era chileno, ¿no?
—No, cuál chileno, era de acá, guerrerense, de Acapulco.
—No seas güey, era chilango o jarocho.
—¿No de Orizaba?
—¡Ash!, ya me confundieron.
¿Alguna vez miraste las aguas celestes como dunas espolvoreando la ciudad en una estampa de cielo gris?
Nunca
¿Por qué tu boca ya no sabe a hoteles de México, a rambla de Barcelona, a chicha peruana?
Nunca
¿Por qué tus ojos de princesa urbana yacen en esta Colonia Obrera, Belinda? Tu nombre como una soga en el cuello de la playera.
Nunca
No te adornes en silencios más nítidos que el cielo, no te adornes de prístinos mensajes de ultratumba, de masajes en lengua de cristal reventándose al contacto con tu cara, en carreteras incendiadas hacia Cuernavaca, no te adornes en las imponderables calles de la Ciudad de México.
Nunca
-
25 may 2014
Introducción - Hacia mi vómito de lo que comí de lo que salió de la tierra que sembraron donde fue a dar la caca de todo lo que ingerí antes, o contra los editores (o no)
(Introducción a Los perdedores)
Una vez más me di un rol por
editores y, como casi siempre, descubrí que, o bien todos son unos culeros, o
lo que hago definitivamente –para ellos, no para mí– es una total mierda. Por
supuesto que sé lo razonable que esto último suena, así que dejaré de hacerme
chaquetas mentales y exprimiré –sin albur, no vomiten– la red y mis
conocimientos basiquísimos en Word 2010 pirata para poner mis textos a rodar. Y
he aquí que probablemente lleguen a este chingado texto por una cibercampaña en
Facebook con una página que consiga “likes” por puro intercambio de clicks en
una página tipo PTC, ¿O no le hacen así mis queridos editores con sus casas de
cultura, invadiéndolo todo con campañas publicitarias? ¿Y no es así como me
llegaron cientos y cientos de correos spam
del Instituto de Cultura de Morelos por una vez que envié mis datos a concursar?
(Institución desaparecida, por cierto, y suplida por otra que dejó de dar apoyo
a escritores vía PECDA). He aquí que si eres el lector no. 02, si sólo hay un
“me gusta”, no te agüites, te sabrás pionero en la revolución que, ya tras tu
lectura, se agota. Porque no vayamos a ponernos a hacer manifiestos editoriales
súperarchirevolucionarios de ésos que dices, ay, we; asústame, romántico,
te declaras antiparanoico, hiperanarco, ciberprotestante musulmán judío
zapoteca de extrema izquierda en tu blog, lo sabía, lo sabía: he aquí el cambio
radical. Ahora sé que soy un mierda, ególatra y divertidísimo, arrevolucionario,
con pose de quien hace algo y pura pielecita muerta por encima roza al aire. Descubrí
que mis talones están desproporcionados y por eso soy un pésimo escritor. He
descubierto semen que salía del ojo de una libélula, como numen enlatado de Paz
y Pacheco y la gloria de ser uno de la UNAM. Desglosé mierda que, como dice el
Kaki de Malviviendo, si se moldea, se puede hacer una figurilla. Así que no
chinguen, maníacos súpermovidos de la tierra. Como decía Pessoa, el mundo no es
para culeros como yo, aunque tengan razón. El mundo es de ustedes, mágicos cuyo
nombre es inefable pero cuya boca no responde sobre los libros de colegas ¿no
alegaban ser hipermodernos de 20 años, no éramos otro pedo? Qué tal un, “lo siento, carnal, no nos gustó”, como
hablan en persona, pibes, ¡pardiez! “No quedó, wey, chido, ni pedo”. O con la
formalidad que su seriedad de editores (jajaja) exige: “Lamentamos responderle
que hemos examinado su… y no…”. Pero regularmente no responden. Y he aquí que
el centro chocolatoso de esta calabaza ha brotado. Jode que te jode verde que te
digan, maricamente, porque eso es ser marica, puto, a la Molotov: pusilánime
(porque puto, puto, ése sí soy, ja, ja, ja) “creo que no gustó” y sólo porque
ya llevas un año preguntando sobre el texto que ellos mismos, los colegas, sugirieron
que enviaras. Lo bueno es que todos nacieron cagando una imprenta, el
conocimiento avanzado de InDesign y El Talento
del mundo. Tengo amigos editores que aplauden textos y jamás les dan un espacio
de edición. Y he aquí, una vez más, que estoy de quejumbres al borde del
despilfarro de mentadas y putazos. Sólo me queda, a manera de prólogo, este
otro de mis engendros ineditables, ingustables, inalabables como los
RKHQFJBRFLKHDRFFVLKDFV de los amigos editores, con sus manifiestos y sus
tremendísimas revoluciones estéticas y formales, su archinovedad bíblica. Enhorabuena,
mi Juan Andrés Herrera, sin rocín, he aquí tu primer gran plagio, vomitado,
online. Maestro José Coronel Urtecho –usted sabe que al maestro de maestros,
por mamón, no se le menciona, pero es el argentino que todos conocemos–, Poesía
todo, Nicaragua, poesía todo, todo, todo, y me despido con un porrín, que me
encendieron los ratones sicarios, en este año de nuestro señor Peña 2000, de
mil y novecientos veinticin-
co.
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- 4,000, vivan los relatos del mundo y muera la literatura.
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