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15 dic 2014
9 dic 2014
Artículo de Mario Castro en Danludens
Danludens es una especie de revista que funciona como plataforma para la difusión de diversas expresiones artísticas que puedan ser manipuladas vía digital, desde texto hasta imagen, video y multimedia. La semana pasada, Mario Castro, compañero de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde es mejor conocido como el "Ma", publicó un artículo sobre mi trabajo. El también fotógrafo hace un breve y personal análisis sobre "Canción de Ananda" e invita a los lectores a hojear El morbo y las promesas, poemario donde está incluido el poema de Ananda. Los invito a leer el artículo y dejo por aquí un fragmento:
Juan Andrés Herrera - Un día común en el RocaBar
(foto de Mario Castro)
(foto de Mario Castro)
"En Canción de Ananda la voz poética, que no la de Andrés, habla con violencia, con terror e incluso con placer pues Ananda, cuchillo en mano, siempre juega sobre el filo, lo frágil, frente a la muerte: todo el tiempo se encuentra entre vómito y sangre, entre fluidos que nutren a la tierra, que se esparcen sobre ella. El dolor es un juego, una acción rápida e insistente que se derrama palabra por palabra, violenta y sangrante mana de las calles mexicanas aunque también de la poesía. La muerte como tópico, como entrega del ser ante el dolor o el placer, quizás por ello el poema se dedica a Alejandra Pizarnick (sic), Gabriela Mistral y Concha Urquiza: una argentina, una chilena y una mexicana o, mejor dicho, tres latinoamericanas que, como el cuernavaquense, ven cómo la zozobra toma de la mano al tiempo:
Lentamente flota en un oscuro inmemorial
como el lomo de los montes de mi pueblo
o el jugo que corre sobre las calles mexicanas
de Roberto Bolaño, nunca bien ponderadas.
[...]"
http://www.danludens.com/typus/poesia-maconha-juan-andres-herrera-1990/
27 oct 2014
Lic. Gómez
(Reconcilio de Los perdedores)
Había más de tres kilómetros hasta el Gayety y, mientras los recorría, recordó sus días de triunfo, cuando era el campeón de pesos pesados.
—Carla Mórrison— porque tanto te amo... Comienzo a conocer… la intensidad de mi ser...
Había más de tres kilómetros hasta el Gayety y, mientras los recorría, recordó sus días de triunfo, cuando era el campeón de pesos pesados.
J. LONDON,
“Por un bisteck”
Lo siento. Llámame
pesimista, si quieres, pero no amargado. Me niego a creer que la vida sea un
designio de amor. Yo no creo que haya nacido como ser único para la persona
única. Qué flojera. Eso reduce la vida a algo significante, el amor limita la
vida a un sentido. No, discúlpame en verdad, eres joven, mano, y te deseo que
disfrutes tu relación, pero a mis cincuenta y cuatro años me niego a creer que
existe un amor único, un alma gemela. ¿Cómo? Pero, por supuesto, Carlitos, que la
idea existe, y la acepto y puedo vivirla, pero yo me niego a aceptar que así es
toda la vida, conozco el concepto de amor, no niego su existencia, sólo que así
visto ha hecho tanta cursilada en el mundo, esas canciones, y las estampas, no sé,
los poemas… Con todo respeto, ¡tanta pendejada! Hasta la ropa, todo tan “bonito”.
Por eso hay tanto maricón. No, mira, el problema es la abundancia de una idea
de lo bonito. Hombre, no te enojes, no soy un amargado, bailo, canto, hasta me enamoro
de vez en vez, pero no voy a estar creyendo que haya “llegado” al sitio preciso
en una mujer. No, discúlpame, Marlene, yo no digo que tu amor y el de tu esposo
no sea real; no me entienden. Ándale, Paco, a eso me refería, ¿ven? ¿me explico?
Y el
Administrador, Lic. Gómez, tomó su fólder y puso encima del brazo canoso el
suéter tejido a mano. Finalmente, era el jefe y a veces daban ganas de golpearlo por ser tan necio. La empresa que fundara diez años antes con su mejor
amigo, ahora daba oportunidades a administradores recién egresados para
servicios de reclutación por outsourcing.
Salió del piso
principal deseándoles buena tarde a todos. Dos cuadras más adelante, entró en
la cantina de siempre y pidió un trago. Alguien puso una canción de Carla Mórrison
en la rockola; el bar también estaba lleno de jóvenes.
“No te quiero perder…”. ¿Es en serio?, se
preguntó Gómez y encendió un cigarro. “me
duele hasta la piel”. Justamente a eso me refería, se dijo. Bebió el
whiskey. Esa canción sería el ejemplo perfecto para los demás en la oficina.
Una joven de unos quince años gritó y abrazó a la chica que la había puesto.
—¿Quién es?— No te quiero tener... y Gómez se entusiasmó
con la cara de la chica y su sonrisa
—Carla Mórrison— porque tanto te amo... Comienzo a conocer… la intensidad de mi ser...
“Es como Liz en
el bachillerato, sólo que era más alta”, se dijo Gómez, de tu boca mía dijo la Mórrison, “de tu boca mía”, gritó la chica,
“de tu boca mía” se repitió el tono en la cabeza del Licenciado. “La boca de Fany”,
pensó, mía, mía, “mía, mía”, “mía,
mía“ siguió el eco (Carla Mórrison: la chica: Gómez) dentro de mí, semillas tengo de ti, “el semestre con Caty, la noche
del balcón, la ciudad” y sin ti...
cantó la Mórrison desde la rockola, “pueden querer morir”, se adelantó la chica
casi con lágrimas en los ojos, “pueden
querer morir” dijeron al unísono la Mórrison y el eco de la voz de la chica
en la cabeza del Licenciado; “la venezolana de veinticinco años, el intercambio
en Tlaxcala”, No te quiero perder...,
”Areli, Oaxaca, el servicio social, la titulación, las clases en Hermosillo,
los viajes a Mexicali con su mamá”, que
el amor se acabe y vuelvas a querer... dijo una vez más Mórrison-rockola,
“que el amor se acabe” cantó la chica, “y vuelvas a querer”, completó Gómez en
su cabeza, “Daniela en la secundaria, estábamos bien niños”, otro sabor a miel..., “Miriam, el proyecto de Amanalco,
su primito Luis”, ”otro sabor a miel” repitió la chica pero él vio el metro,
los camiones, las lanchas, vio ridículos, corajes, despedidas, mentadas de madre, se vio
olvidado, tranquilo, sin hijos, Comienzo
a conocer... la intensidad de mi ser... “me duele hasta la piel” dijo la
chica cuando ya la música terminaba y Gómez, por primera vez en trece años, aunque
odiaba las telenovelas, lloró.
6 oct 2014
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