25 may 2014

Introducción - Hacia mi vómito de lo que comí de lo que salió de la tierra que sembraron donde fue a dar la caca de todo lo que ingerí antes, o contra los editores (o no)

(Introducción a Los perdedores)

Una vez más me di un rol por editores y, como casi siempre, descubrí que, o bien todos son unos culeros, o lo que hago definitivamente –para ellos, no para mí– es una total mierda. Por supuesto que sé lo razonable que esto último suena, así que dejaré de hacerme chaquetas mentales y exprimiré –sin albur, no vomiten– la red y mis conocimientos basiquísimos en Word 2010 pirata para poner mis textos a rodar. Y he aquí que probablemente lleguen a este chingado texto por una cibercampaña en Facebook con una página que consiga “likes” por puro intercambio de clicks en una página tipo PTC, ¿O no le hacen así mis queridos editores con sus casas de cultura, invadiéndolo todo con campañas publicitarias? ¿Y no es así como me llegaron cientos y cientos de correos spam del Instituto de Cultura de Morelos por una vez que envié mis datos a concursar? (Institución desaparecida, por cierto, y suplida por otra que dejó de dar apoyo a escritores vía PECDA). He aquí que si eres el lector no. 02, si sólo hay un “me gusta”, no te agüites, te sabrás pionero en la revolución que, ya tras tu lectura, se agota. Porque no vayamos a ponernos a hacer manifiestos editoriales súperarchirevolucionarios de ésos que dices, ay, we; asústame, romántico, te declaras antiparanoico, hiperanarco, ciberprotestante musulmán judío zapoteca de extrema izquierda en tu blog, lo sabía, lo sabía: he aquí el cambio radical. Ahora sé que soy un mierda, ególatra y divertidísimo, arrevolucionario, con pose de quien hace algo y pura pielecita muerta por encima roza al aire. Descubrí que mis talones están desproporcionados y por eso soy un pésimo escritor. He descubierto semen que salía del ojo de una libélula, como numen enlatado de Paz y Pacheco y la gloria de ser uno de la UNAM. Desglosé mierda que, como dice el Kaki de Malviviendo, si se moldea, se puede hacer una figurilla. Así que no chinguen, maníacos súpermovidos de la tierra. Como decía Pessoa, el mundo no es para culeros como yo, aunque tengan razón. El mundo es de ustedes, mágicos cuyo nombre es inefable pero cuya boca no responde sobre los libros de colegas ¿no alegaban ser hipermodernos de 20 años, no éramos otro pedo? Qué tal un, “lo siento, carnal, no nos gustó”, como hablan en persona, pibes, ¡pardiez! “No quedó, wey, chido, ni pedo”. O con la formalidad que su seriedad de editores (jajaja) exige: “Lamentamos responderle que hemos examinado su… y no…”. Pero regularmente no responden. Y he aquí que el centro chocolatoso de esta calabaza ha brotado. Jode que te jode verde que te digan, maricamente, porque eso es ser marica, puto, a la Molotov: pusilánime (porque puto, puto, ése sí soy, ja, ja, ja) “creo que no gustó” y sólo porque ya llevas un año preguntando sobre el texto que ellos mismos, los colegas, sugirieron que enviaras. Lo bueno es que todos nacieron cagando una imprenta, el conocimiento avanzado de InDesign  y El Talento del mundo. Tengo amigos editores que aplauden textos y jamás les dan un espacio de edición. Y he aquí, una vez más, que estoy de quejumbres al borde del despilfarro de mentadas y putazos. Sólo me queda, a manera de prólogo, este otro de mis engendros ineditables, ingustables, inalabables como los RKHQFJBRFLKHDRFFVLKDFV de los amigos editores, con sus manifiestos y sus tremendísimas revoluciones estéticas y formales, su archinovedad bíblica. Enhorabuena, mi Juan Andrés Herrera, sin rocín, he aquí tu primer gran plagio, vomitado, online. Maestro José Coronel Urtecho –usted sabe que al maestro de maestros, por mamón, no se le menciona, pero es el argentino que todos conocemos–, Poesía todo, Nicaragua, poesía todo, todo, todo, y me despido con un porrín, que me encendieron los ratones sicarios, en este año de nuestro señor Peña 2000, de mil y novecientos veinticin-
co.













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